“…En cuanto a mi actividad profesional individual
, efectivamente he extendido numerosos certificados de tal índole, con los correspondientes anexos debidamente estampillados, tal como corresponde a los principios legales y éticos vigentes.
En todos los casos, se trata de prescribir el reposo laboral como parte del tratamiento por mí instituido. Mi mirada holística del paciente no hubiera podido tener otro resultado. Para mí, la extensión del certificado forma parte de la consulta médica. Y sinceramente, me siento orgulloso que una cada vez más creciente cantidad de docentes me elijan como su “médico personal”, justamente por ese abordaje más arriba expuesto.
Debo decir también que las condiciones laborales de estos compañeros, formadores de nuestra niñez, son deplorables, enfermantes. No sólo la cuestión edilicia, sino el clima de violencia que se vive en la escuela y en los barrios, afectan especialmente a quienes están insertos en el sector público. Este contexto, no pocas veces, es determinante para el surgimiento, e incluso la cronificación, de patologías de todo tipo, especialmente, en las que me tocó ver en forma preponderante, respiratorias.
El Ministerio de Educación realizó una gran campaña mediática exponiendo las cifras de ausentismo docente. En lugar de intentar ver la viga en su ojo, comenzó a buscar la pajita en los ojos ajenos: los docentes “vagos”, los médicos “facilitadores de la vagancia”, etc.
A tal punto llegó el desconcierto de dicho Ministerio, que instituyeron una “tablita”, según la cual tales patologías requerían no más de tantos días de reposo, quebrando el principio elemental que dice que “no hay enfermedades sino enfermos”. Para el Ministerio, una bronquitis aguda implica no más de tres días, independientemente si el paciente tiene 28 años ó 50; es fumador o no; padece EPOC, o no; vive y/o trabaja en un ámbito calefaccionado o con frío y humedad.
La “lista de los 50 médicos”, entre los que estoy orgullosamente incluido, es otra medida de presión sobre nuestro sector para que los colegas no le firmen el LM a los docentes. Nótese que el criterio fue “la cantidad de pacientes” (¿la Constitución Nacional no ampara la libertad de trabajo?), y no la demostración de algún hecho puntual de falsificación de una enfermedad para justificar el ausentismo. Se supone que dicho Ministerio tiene una auditoría para detectar cualquier falsificación, y el recurso del sumario administrativo para aquel docente que cometa tal acto. Y si la hubiera, denunciar la complicidad del médico que prescribió tal licencia…”