«Hace unos días te escuché decir que no habías elegido esto. Te tocó por ser el hermano mayor de un pibe con muchos ideales y pocos miedos. Lo buscás sin importar nada. Estás cansado, triste. Llorás sin vergüenza. Todos los días ponés la cara, ponés el cuerpo, el corazón. Custodiaste 7 horas un cuerpo sin vida porque sabés que no se puede confiar en nadie. 7 horas parado junto a un cuerpo que puede ser tu hermano o no. No logro imaginar una aberración más grande que tener que cuidar un cadáver para que los «buitres» no se lo coman. ¿Podría alguno de nosotros buscar hasta el cansancio y más? ¿Podríamos resistir bajo una lluvia de mentiras? ¿Podríamos permanecer de pie custodiando el cuerpo de un hermano?… sólo el verdugo más perverso podría someter a alguien a semejante aberración, nuestro país es una cloaca inmensa, llena de zombies que defienden al verdugo patrón. … Yo te pido perdón, porque ni tirando mil piedras, ni quemando mil regimientos podría ajusticiar tu dolor… perdón hermano, estamos con vos…»